sábado, 7 de enero de 2012

crowdfunding: ¿la solución a la crisis?

(publicado en el nº 3 de la revista tresefes)

(http://www.tresefes.com/index.php?option=com_content&view=article&id=111&Itemid=70)

"La originalidad consiste en volver al origen. De modo que es original aquel que, con sus medios, vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones." Antonio Gaudí


1.-Parte uno: Definiendo el Crowdfunding.

Traducido literalmente, hablamos de “financiación por parte de las masas o colectividades”, pero, mejor adaptado, hablamos de financiación colectiva, y, aún mejor, financiación distribuida.

Vivimos una época en la que las redes sociales permiten que estemos informados sobre lo que está ocurriendo en cualquier otra parte del mundo casi de forma instantánea. Además, podemos estar conectados con personas y entidades a lo largo y ancho del mundo, e independientemente de la distancia, mantenemos una relación fluida de una manera cercana y natural. La tecnología, además, está posibilitando que la creación artística pueda ser compartida y distribuida de una forma mucho más sencilla, e incluso, las ideas y las creaciones son mucho más asequibles y factibles gracias a dicha tecnología y a la accesibilidad a la misma.En este caldo de cultivo, las técnicas de creación, distribución, exhibición y disfrute del Arte están desenvolviéndose y modificándose de manera vertiginosa.

Inmersos como nos encontramos en medio de una crisis económica (¿sólo económica?) a nivel mundial, y en un momento en que la financiación de la cultura está en declive, tanto por parte de las instituciones públicas, como por parte de mecenas privados, surge con gran fuerza en las redes sociales una herramienta: el “Crowdfunding”, y con ella, también la de los préstamos e inversiones p2p, los microcréditos y las donaciones, términos todos ellos englobados en la nueva cultura del “Giving 2.0”.

La amalgama de oportunidades que nos ofrecen Internet, los “social media”, y las facilidades de realizar transacciones económicas “on-line”, hacen de nicho para el florecimiento de iniciativas y plataformas que buscan precisamente la distribución de fondos para la consecución de fines compartidos, o para apoyar esfuerzos y proyectos iniciados por otra persona o institución.

La financiación distribuida puede destinarse a proyectos culturales y artísticos, aunque tradicionalmente se haya destinado a propósitos más relacionados con la “caridad”: pobreza, desastres naturales, guerras…, y, con mucho más arraigo en paises de tradición anglosajona, a la financiación de campañas políticas.


1.1.- Antecedentes del crowdfunding en la música. Desde Marillion hasta el aquí y el ahora.

Marillion, un famoso y clásico grupo británico de rock, grabó en 1997 el disco “This Strange Engine”, para el cual comenzaron a programar una gira que estaba teniendo escasísimo éxito en América, donde “Castle Records”, su discográfica y promotora, no conseguía cerrar un número adecuado de conciertos. El grupo, en ese momento, realizó una campaña entre sus seguidores en América, con lo que recaudaron los fondos necesarios para completar la gira, unos 60.000 dólares de la época. Tras ello, Marillion ha seguido utilizando esta estrategia con gran éxito: sus seguidores han valorado muy positivamente la confianza que han depositado en ellos y han participado activamente en la financiación de los siguientes álbumes y giras.

Este es el primer hito reconocido del Crowdfunding en cuanto a la música se refiere.

En 2003 se crea la plataforma ArtistShare, que posibilitaba el prepago de álbumes por parte de los seguidores antes de que estos fueran editados por las bandas, lo que llamaron “fan-funding”

En 2006, se crea una plataforma (Sellaband) en la que cualquiera podía subir su proyecto de álbum para que pudiera ser financiado.

En 2009 nace Kickstarter en EEUU, la más famosa de las plataformas del Crowdfunding. Bajo su modelo han surgido en este último año numerosas plataformas de crowdfunding en España: Verkami, Lanzanos, Volanda, Fandyu…

Es decir, estamos hablando de una herramienta que está dando sus primeros pasos y que es jovencísima, pero que, como todo en esta nueva web 2.0, crece y se desarrolla de una forma espectacular.

También, y como paradigma del Crowdfunding en nuestro país, está el largometraje “El Cosmonauta”1, actualmente en proceso de montaje, tras haber terminado la filmación en Rusia. Este macro-proyecto ha recaudado cerca de un millón de euros en diferentes modalidades de participación e implicación, comenzando desde 2 euros, y están cerca de alcanzar la cifra de 4.000 coproductores. En general, no han utilizado plataformas externas para la recaudación del dinero necesario, sino que han utilizado recursos y canales propios para la colecta de financiación. Sí hay que señalar que han conseguido dinero para módulos concretos del proyecto, tanto en la plataforma Verkami, como en Lánzanos. En este último caso, solicitaron 40.000€ para “Salvar el Cosmonauta”, tras el anuncio, en pleno rodaje en Letonia y Rusia, de uno de los inversores de que no podían entrar en el proyecto por problemas de liquidez. En 30 días consiguieron 132.000€, más del triple de lo solicitado.

Hablando de proyectos de crowdfunding y música en plataformas de España, a día de hoy (agosto de 2011), en Verkami2 se han presentado 23 proyectos de música, cuatro de los cuales aún están activos.

De los 19 restantes, 12 han finalizado con éxito, es decir, han conseguido la cantidad solicitada, y siete no la han logrado, por lo que se han quedado a cero.

En Lánzanos3, se han “lanzado” siete proyectos de música, de los cuales hay uno en activo. De los otros seis, dos han finalizado con éxito, y cuatro de ellos se han quedado sin nada.

Todas las plataformas actuales están funcionando con la norma del “todo o nada”, es decir, el proyecto sólo consigue la financiación en el caso de llegar al objetivo marcado, y sólo en ese caso, se toma de la cuenta del donante la cantidad pactada.

La meta es tanto de cantidad de dinero como temporal, hay un plazo para conseguirlo. Si no se consigue en el tiempo pactado, ni se cobra nada a los donantes, ni el proyecto recibe nada. Todo o nada.

El modelo de negocio en todas ellas es el de un porcentaje sobre el total de la recaudación lograda, en general de un 7%. Obviamente, en el caso de no conseguir el objetivo, la plataforma no cobra, con lo que se convierte en una parte muy interesada en que los procesos salgan bien, pero en ningún caso es sinónimo de éxito, como puede verse en los casos citados anteriormente.

No existen grandes diferencias técnicas entre las plataformas existentes, aparte de “La Caja” creada en Lánzanos, una especie de “previo” en el que se testa la visibilidad y la popularidad de los proyectos antes de pasar a la fase de financiación.

La diferenciación entre ellas radica en la experiencia que van acumulando, y sobre todo, en la capacidad que tengan de ir creando su propia comunidad y de interactuar con las comunidades ligadas a cada uno de los proyectos, aunando esfuerzos.

Hay un proyecto de plataforma de financiación distribuida que pretende basarse en unos pilares diferentes llamado Goteo4, de Platoniq, nacida en Barcelona en el marco del Centro de Cultura Contemporánea de la ciudad. con unas raíces muy ligadas al “procomún”, al software de código abierto y la cultura abierta, basado en una investigación exhaustiva de todos estos modelos, así como de la experimientación y la formación continua, así como de la observación de las verdaderas necesidades de los proyectos que se están realizando dentro de la cultura abierta, la innovación y el emprendizaje. Pretenden que la plataforma no sea únicamente un lugar donde recaudar fondos, sino de crear y mantener comunidad en torno a proyectos. Esperamos que esta plataforma vea la luz a finales de este 2011.


Como breve colofón a esta presentación de la herramienta, hay una serie de consejos a tener en cuenta si tenemos un proyecto que queremos que sea financiado de manera distribuida.

  • Debe ser un proyecto claro, bien explicado, lo más transparente posible.

  • Debe quedar bien claro para qué se pide el dinero (puede ser sólo una parte del proyecto: el diseño de la portada, la contratación del backline, la masterización de un disco, la gasolina o los hoteles de una gira…)

  • Toda aportación de dinero debe tener recompensa y debe quedar bien clara en el proyecto.

  • Hay que comenzar a tejer comunidad en base a una identificación con el proyecto en la que la motivación puede ser personal, ética, artística, científica…

  • La donación realizada es un compromiso entre el solicitante y el “crowdfunder”, dependiendo del montante de la aportación y del espíritu del proyecto. Tanto es así, que el no cumplimiento podría tener las mismas acciones legales que las de una compraventa.

  • Pensemos en creación de comunidad en torno a un proyecto, más que una acción puntual, y por ello, pensemos no sólo en este proyecto, sino en los venideros.

  • No debe ser una donación a cambio de nada. Exijamos que nos exijan

  • No debe ser una inversión con búsqueda de beneficios. Para ello, podemos establecer un acuerdo de co-producción.

  • Habla con las diferentes plataformas existentes, y elige cuál de ellas conecta más con tu proyecto y tu forma de entenderlo.

  • No olvides que colgar tu proyecto en una plataforma no es sinónimo de éxito. El éxito debe estar en el “código fuente” de tu proyecto.

  • No debemos pedir una aportación desmedida con respecto a la recompensa, independientemente de a quién se lo pidamos. Es mejor poner en valor, en su justo valor, nuestro proyecto y sus necesidades. Si tenemos que pedir demasiado, puede ser mejor idea replantear y redimensionar el proyecto.


1.2.- La cultura de la nube. Cloud Culture.

Según Charles Leadbeater5, en estos últimos años hemos tenido un espectacular desarrollo de la computación en nube o “cloud computing”. La misma consiste en compartir los medios de almacenaje informáticos, y, de la misma forma, desarrollar aplicaciones que no residen en cada computador personal, sino en “la nube”. Esta nube también es una nube de conocimientos, basada en programas de código abierto, en estructuras de generación colectiva (“wikis”) y en la voluntad de miles de personas que construyen “procomún”, es decir, bienes que pertenecen a todos y que deben ser gestionados de manera colectiva.

Gracias a la computación en nube, vamos generando cultura de la nube (cloud culture), tal y como hemos explicado, una cultura en la que no sólo compartimos los medios de almacenaje de nuestros datos de computación, sino también compartimos otra serie de medios y de recursos, entre otros, los propios medios de financiación, pero también de conocimiento, de acción, de emprendizaje... Así, creamos en común y creamos “procomún”.

Es en esta nueva cultura de la nube en la que se enmarca esta modalidad de financiación distribuida.

Según el mismo autor, hay tres amenazas que acechan al desarrollo de la “Cultura de la Nube”, que son:

1.- Control. La Nube también sufrirá de los intentos de los diversos poderes para controlarla, puesto que supone un reforzamiento de lo colectivo y lo diverso, y está desdibujando las fronteras entre lo público y lo privado, lo amateur y lo profesional, consumidores y productores. Obviamente, quienes ostentan los diferentes espacios de poder en un orden que se está viendo amenazado, intentarán controlar esta nube.

2.- Autorías y copyright. En estos años, hay grandes esfuerzos por desestabilizar este modelo en el que la creación singular pierde fuerza en pro de la creación colectiva o “crowdsourcing”, y donde el soporte y la distribución pierden su secular importancia, poniendo en tela de juicio un modelo de negocio que ha quedado obsoleto, y que reacciona inventando normativas que dificulten compartir.

3.- Capitalismo de la nube. Grandes empresas están fagocitando y dirigiendo la nube (Google, Facebook…), y pueden marcar el devenir de la misma en base a intereses puramente comerciales.


El Crowdfunding, como parte de la Cultura de la Nube que es, tiene que lidiar con estas tres amenazas, e intentar que no se pierda su espíritu colectivo, de compartir (“You are what you share”)

Por todo ello, también las plataformas creadas y por crear deberán salvaguardar la autonomía de los proyectos, sin coartar su libertad, sin apropiarse de autorías, y sin pretender utilizar esta ola de colectividad para un uso exclusivamente comercial, es decir, tendrán que ser empresas con valores que marquen su devenir.

Igualmente, los proyectos que acudan a este sistema de financiación deberán tener en cuenta estos citados valores, y tendrán que velar porque las autorías de sus creaciones vayan alimentando el “procomún”, compartiendo.

Y para terminar, no podemos dejar que haya gentes que puedan aprovecharse de esta ola de buena voluntad y arruinen una vía lícita y eficaz de financiación para la cultura.

Es imprescindible hacer un autoexamen profundo y exigente de nuestros proyectos y nuestros procesos de creación, ponerlos en su valor justo de tal forma que podamos solicitar colaboración igualmente justa, con el espíritu del P2P (peer to peer: igual a igual)

2.- Parte dos: El “Crowdfunding” y otras fiestas de guardar. Entremés teatral para dos actores.

Diálogos entre un pequeño saltamontes y el maestro.


Personajes:

Pequeño Saltamontes: gestor cultural, o artista, con cierta experiencia y confundido ante un “nuevo orden mundial”. Ávido de sabiduría, y gran aficionado a los anglicismos.

El Maestro: ex-gestor cultural que, harto de los tejemanejes del sector, se retiró a una antigua ermita románica de la Baja Navarra, y desde entonces, observa la realidad mientras arregla el órgano de la ermita.


Contexto:

El Pequeño Saltamontes sabe de la existencia de “El Maestro” y acude a su encuentro con una larga y extensa batería de consultas sobre variados temas de la gestión cultural. Tras un largo viaje, llega hasta la ermita, y entabla relación y conversación con “El Maestro”, pasando toda la noche en vela debatiendo sobre lo divino y lo humano de la Cultura.


Escena primera y final.

Interior ermita. Las primeras luces se adivinan tras las cumbres de las montañas que se divisan por las ventanas.

El pequeño saltamontes, cansado y confundido tras una larga noche de conversaciones con el maestro, está sentado sobre unos cojines frente al viejo maestro, que, abstraído, realiza dibujos sobre la arena con un junco en un jardín zen comprado en un “chino”.


Pequeño Saltamontes (PS): (con voz cansada, pero plena de emoción) Maestro, no sé si podré agradecerle nunca todo lo que me ha descubierto durante esta larga y fructífera noche. Creo que vuelvo a mi trabajo lleno de nuevas ideas y de técnicas novedosas, a la par que innovadoras: crowdfunding, fundraising, crowdsourcing, coworking, outreach… Creo que he recargado las pilas y me dispongo a poner en práctica todo lo que hemos hablado. ¡Ante todo, innovar!

Maestro (M): (suelta un chasquido con la lengua de dessaprobación, se levanta enérgico y se queda mirando por la ventana mientras habla con cierto tono contrariado, y con voz profunda) No sé si realmente has entendido todo lo que quería transmitirte, mi pequeño. Hay ideas que puede que parezcan nuevas, pero que no lo son. Nada puede ser descubierto cuando ya todo estaba a la vista.

PS: (desilusionado) ¿Qué quiere decir, oh, sapientísimo maestro? ¿Acaso todo lo hablado durante la noche no era cierto? ¿No es innovación de lo que estamos hablando?

M: (en tono enciclopédico, monocorde, sin mirar al alumno) Lugar: Europa. Época: finales del siglo XVIII, o siglo XIX, dependiendo de las zonas. Rechazo al absolutismo como forma de orden político, y por tanto, rechazo de las maneras de decidir y de la acumulación de bienes en unas pocas manos. La cultura también se socializa, y no es únicamente el todopoderoso estado quien alienta la creación y la exhibición artística.

PS: (absolutamente perdido, con las palmas abiertas hacia el cielo, suplicante) ¿Perdón?

M: (sigue en el mismo tono, sin interrumpirse, con la mirada fija ) Lugar: Viejo Reyno de Navarra. Época: desde tiempos inmemoriales. El “Auzolan”, o trabajo colectivo para la construcción de casas, cuidados forestales, trabajos vecinales, etc, etc.

PS: (esboza media sonrisa) Entiendo, ¿se refiere a que eso puede ser “coworking”?

M: (como quien oye llover) Lugar: Sociedades burguesas en Europa y Estados Unidos. Epoca: finales del siglo XIX: constitución de las grandes orquestas sinfónicas como instituciones, gracias a la aportación generosa de mecenas, socios y abonados en diferentes grados de pertenencia, y, por tanto, de poder de decisión.

PS: (alborozado, pleno de gozo) ¡Crowdfunding! ¡Es cierto!

M: (no hace caso de nada, gira la cabeza para mirar el fuego y sigue en su mismo tono, como abducido por su propia memoria enciclopédica) Epoca: mediados del siglo XX en España: configuración de sociedades filarmónicas en varias ciudades con boyante burguesía, donde los abonados financian temporadas líricas, clásicas...

PS: (mueve los brazos) ¡Vale, de acuerdo! Ya me ha convencido. Veo que no son técnicas novedosas, y que han sido utilizadas en otras épocas.

M: (sonríe y mira a su saltamontes) Así es, pequeño. Ninguna de estas técnicas con nombres tan rimbombantes son de nueva creación, pero eso no quita nada de su utilidad. Como puedes ver, aún hay muchas de estas estructuras e instituciones que siguen utilizando técnicas de financiación colectiva de la cultura o “crowdfunding”. Podría decirte, incluso, que muchos edificios culturales, monumentos, catedrales, pequeñas ermitas..., se han hecho realidad gracias a la aportación de muchos o pocos mecenas, con mayor o menor cuantía, pero utilizando la financiación colectiva.

PS: (con cierto tono agrio) Efectivamente, maestro, la Iglesia siempre ha utilizado esa técnica para la construcción y mejora de sus templos. Pero ahora estamos hablando de proyectos culturales, de mantenimiento de artistas y de obras y creaciones.

M: Y creo que es aplicable en uno u otro sentido, ¿no crees?

PS: Tiene usted razón, pero…, (se levanta, con cierto tono de enfado) ¡un momento, Maestro!. Usted me esta hablando de financiación colectiva de la burguesía, de la aristocracia y del clero, es decir, de un sector poderoso y pudiente de la sociedad, que se organiza para fomentar el arte y la cultura. ¡No hablamos de financiación colectiva, hablamos de Mecenazgo! (se sienta de nuevo, más calmado) Yo no le veo diferencia con los clásicos mecenas del Renacimiento.

M: (con voz risueña, condescendiente) ¡Ni tampoco con la munificencia romana, mi pequeño! La idea de esos actos de mecenazgo es precisamente la de sentirse partícipe de una clase social, o la de hacer un aporte para entrar en selectos clubes, cuando no la de la perdurabilidad y notoriedad. Y en el caso de la Iglesia, la ocasión de reservar un lugar selecto para la “otra vida”.

PS: (confundido, aturdido) Pero, maestro, la idea base de la que hemos hablado durante toda la noche es la de “comunidad”, la de abrir posibilidades e igualar oportunidades a nivel social. De lo que usted me está hablando es de cómo las clases pudientes y poderosas han financiado la cultura y el arte a lo largo de la historia. No creo que sea esa la idea de estas nuevas y refrescantes ideas que pueblan la gestión artística y cultural en la actualidad. ¡Ahí radica la novedad de estas técnicas! ¡Estamos ante un nuevo paradigma! ¡Una era de libertad nos contempla!

M: (vuelve a la ventana, de nuevo tono enciclopédico) Época: siglo primero. Lugar: en alguna parte del Mediterráneo. Quinto libro del Nuevo Testamento: Hechos de los Apóstoles. capítulo 2, versículo 44: “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común”. Versículo 45. “Vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno”. En base a ello, Gerrard Winstanley funda en el siglo XVII en Inglaterra a los “True Levellers” o “Igualitarios auténticos”, también conocidos como “Diggers”, o “cavadores”, por ocupar tierras incultas o comunes para cultivarlas y distribuirlas. (suspira y descansa. Baja la cabeza)

(retoma su energía y habla con más pasión) Epoca: Años 70. Lugar: Europa: Nace la Animación Sociocultural y el concepto de “Democratización Cultural” ante el cambio de paradigma productivo, la aparición del paro y del concepto del tiempo libre, urbanización de la población, cambios de estructuras políticas. La cultura y el arte viven procesos de renovación, creaciones colectivas, ocupaciones de espacios, comunidades de artistas, acercamiento al público, experimentación. Los valores impregnan la cultura y el arte, el arte se convierte en una herramienta de acción ciudadana. Las etiquetas en aquel momento son lo sociocultural, socioartístico, sociopolítico… Y son valores que no pertenecen al siglo XX, sino que vienen de la Revolución Francesa, que a su vez se retrotrae al Renacimiento, que viene de Roma y Grecia….

PS: (aun sin entender en su totalidad, con tono humilde, sosegado) Entiendo, eran épocas en las que ya se utilizaba el coworking, y también el crowdsourcing, pero no creo que de la misma forma en la que se utilizan y plantean ahora.

M: (sigue subiendo la pasión en su tono) No podemos utilizar de la misma forma las mismas técnicas cuando estamos en diferentes épocas, pequeño. Pero, ni las técnicas, ni los valores que pretenden estar asociados a estas técnicas de “crowdfunding” son nuevas en absoluto. Pasamos demasiado tiempo obcecados en buscar “lo nuevo”, cuando, en la mayoría de las ocasiones, la solución está delante de nuestros ojos.

PS: (con cierta protesta) Pero, maestro, hay muy pocos ejemplos actuales que estén utilizando el “crowdfunding” para sus proyectos y procesos.

M: (se viene arriba) Pequeño mío, toda actuación que se realice en un recinto cerrado con un pago de entrada para acceder al mismo es un acto de “crowdfunding” y un ejemplo de “copago”, ahora que está tan de moda. Toda venta de un soporte físico, sea un disco, un libro, una partitura, o lo que fuera, es también “crowdfunding”. La cultura, DESDE SIEMPRE, se ha tenido que financiar de manera colectiva, y los artistas, o las creaciones que no lo han hecho así, han estado al albur de quien ha financiado de manera única a esos creadores o creaciones. Es decir, que, al fin y al cabo, dotar a los proyectos culturales de colectividad en su financiación, es también dotarles de colectividad en cuanto a su proceso de toma de decisiones, ¡es dotarles de vida! Pero ese es el quid de la cuestión, mi pequeño: cuánto de libertad, cuánto de compromiso, cuánto de dependencia queremos que tenga nuestro proceso creativo, y cuánto de vida y de comunidad queremos dotarle. Y de esa decisión dependerá el resultado, de esa básica y crucial decisión, pequeño saltamontes.

(el sol asoma entre las montañas, inundando el valle de colores rojizos. Los dos protagonistas contemplan su belleza en silencio, a través de la ventana, ensimismados en sus pensamientos)

TELON


3.- Parte tres: De ésta y otras crisis.

No es casual que estemos hablando de “crowdfunding” en este momento y en este lugar. Nos encontramos planificando un 2012 que se caracterizará, si nada lo remedia, por unos recortes brutales en el gasto público en lo que se refiere al Arte y la Cultura, mayores aún de lo que lo han sido en estos últimos años. La gran crisis del sistema que nos ha regido durante las últimas décadas ha hecho una grandísima mella en todo el sector artístico y cultural, y no hay institución ni profesional que no haya recibido recortes en los fondos con los que contaba.

Estructuras que parecían intocables, casi por encima del bien y del mal, como la Sinfónica de Filadelfia, caen arrastradas por la gran crisis.

Las estructuras públicas que sustentaban el Arte y la Cultura están en un gran riesgo. ¿Tenemos que abrazarnos a la financiación distribuida como a un salvavidas que nos ayude a capear este temporal? ¿Es que acaso los fondos públicos no son también de la comunidad?

Casualmente, la mayoría de las cabezas pensantes que nos gobiernan (¿gobiernan?) aplauden cualquier iniciativa que libere a sus arcas de cualquier gasto relacionado con lo social y lo cultural, y por tanto, ven con buenos ojos la aparición de este tipo de herramientas de financiación.

No hay institución que no haya contratado ya a un “community manager”, experto en “outreach”, con grandes conocimientos de “fundraising”.

No podemos contar con los recursos con los que contábamos, que ya de por sí eran escasos, y parece ser que han desaparecido por arte de birlibirloque. Ese mismo arte, junto con grandes dotes de malabarismo, era el que teníamos que exprimir durante todos estos años para mantener vivo al sector, y hemos sido los profesionales del Arte y la Cultura quienes hemos tenido que mezclar profesionalidad con pasión para suplir la falta de recursos, los mismos profesionales a los que ahora se hace principales responsables de esta crisis en el arte y la cultura.

Las voces que predican en favor de dejar que el sector privado entre a gestionar los espacios escénicos, las escuelas de arte y música, etc cada vez son más, y cada vez repiten su mensaje con más fuerza.

Leo que los transportes públicos de Lisboa tienen que subir sus precios en un 15%, para ganar 27 millones de euros más, por imposición de Europa. Tras ello, algunas de esas empresas de transportes públicos serán privatizadas. Me hace pensar. Primero reflotamos, luego, vendemos.

Leo que la Orquesta Sinfónica de Filadelfia, tras declararse en bancarrota, ha recibido desde abril 11,2 millones de dólares en donaciones. Una de las causas de su falta de recursos es el envejecimiento de su público, que no ha sido reemplazado por otro más joven. No leo ninguna medida para avanzar en ese sentido, para intentar llegar a un público más joven que asegure la pervivencia de la Orquesta. Todas las propuestas son de recortes de personal, de recortes de planes de pensiones...

Veo cómo muchos espacios escénicos de todo el Estado están en medio de un proceloso mar, rodeados de tiburones, y a punto de ahogarse, o de ser devorados, habiendo sido reducidos a la mínima expresión. ¿Será el momento de “vender”, es decir, de dejarlos en manos del sector privado?

Pero veo una gran escasez de análisis de las verdaderas razones de esta situación para el sector cultural y artístico, y sobre todo, no veo que las medidas que se proponen sean otras que el recortar gastos. Nadie es capaz de explicar claramente en qué momento y dónde se nos perdieron los ingresos que posibilitaban la vida del sector cultural. Tampoco nadie recuerda que la solución de dejar que sea el sector privado el que gestione la crisis, ya fue aplicada en muchos teatros del Estado hace unas décadas, con resultados ruinosos para el sector escénico, y para los propios espacios escénicos, que quedaron en ruina, vacíos y olvidados.

Para terminar, un ¡viva! de todo corazón para todos los esfuerzos que hagamos en pro de la financiación distribuida. Necesitamos crear comunidad alrededor de los proyectos artísticos para que los fondos públicos, es decir, los fondos de la comunidad, puedan destinarse a los proyectos que realmente se preocupen por crear y mantener proyectos comunitarios a su alrededor.

Pero, ¡cuidado!, estos esfuerzos por crear comunidad no deben tapar el verdadero problema que nos atañe: la cultura es un derecho, no un lujo. Una comunidad que se olvida de su cultura no tarda en extinguirse. Y los esfuerzos que se han hecho en los últimos 40 años desde lo público no pueden olvidarse tan rápidamente. Hay mucho trabajo por hacer, muchos fondos que reivindicar y reclamar, y cómo no, más fondos que podemos buscar, siempre en clave de comunidad y de “procomún”.


2 www.verkami.com

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